‘Tierra y Dios’, primera novela del arqueólogo Alejandro
Bermúdez Medel, traslada al lector a la historia de Segovia en una época
todavía oscura, por desconocida, con la familia calagurritana de San Medel como
hilo conductor
Alejandro Bermúdez Medel lleva vinculado a Segovia desde la segunda mitad
de los años noventa, cuando llegó para implicarse en la fundación de la
Universidad SEK y reside casi desde entonces en una localidad próxima a la
capital segoviana. Una vez que caducó ese proyecto pasó a formar parte del
profesorado de la Universidad de Valladolid (UVa) y, dada en su faceta de
arqueólogo, especializado en la gestión del patrimonio histórico, pronto
descubrió una relación entre su tierra natal, Calahorra (La Rioja) y Segovia:
San Medel.
San Medel (o Emeterio) es uno de los mártires romanos patronos de la ciudad
de Calahorra y de su diócesis. Cuenta Bermúdez, cuyo segundo apellido es Medel,
que los topónimos son una gran fuente de información para los arqueólogos y,
por eso, le llamó la atención encontrar entre Bernuy de Porreros y Valseca los
restos de una iglesia o ermita dedicada a San Medel, al lado de una gasolinera.
Durante la repoblación de las tierras de lo que hoy es Segovia en la Edad
Media, desde el reinado de Alfonso VI, llegan gentes vascas, gallegas,
burgalesas… y también riojanas. De esta manera, en ‘Tierra y Dios’, primera
novela que ha publicado Bermúdez, se sirve precisamente de una familia
calagurritana, la de los San Medel, para dar a conocer las luchas de poder
entre Iglesia, nobleza, concejo… como telón de fondo del enfrentamiento entre
Papado e Imperio por el control del mundo conocido.
Se trata, en definitiva, de una novela histórica, con personajes reales,
hechos que la Historia ha constatado y una trama ficticia dentro del contexto
histórico del Siglo XII. El propio autor define su obra como “un mosaico de
episodios y escenas; pinceladas que dibujan con detalle y rigor histórico el
cuadro socioeconómico de un tiempo crucial de la historia de Segovia, de
Castilla y de España, en la que se forja un carácter y una forma de entender la
vida, en la que la fe arraiga para siempre en la tierra”.
Los San Medel encuentran en Segovia un territorio totalmente diferente al
de su origen riojano y, por lo tanto, no pocos problemas en su objetivo de
asentarse en lo que hoy es el despoblado de San Medel, cuyo testimonio más
evidente son las ruinas de su iglesia pero también el arroyo y la cacera del
mismo nombre. Su decadencia a partir del Siglo XVIII motiva que los restos del
templo quedaran aislados y en 1945 las autoridades decidieron trasladar la
portada, un ventanal y otros elementos arquitectónicos al edificio que se
destinó a Biblioteca Pública y que hoy es la Casa de la Lectura, de gestión
municipal, en la Calle Real de la capital segoviana.
El culto a San Medel introducido por esta familia riojana se extiende a
otros puntos de la provincia y en la novela cobra protagonismo el convento de
Santa María de la Sierra, en término de Collado Hermoso y en plena ladera de la
Sierra de Guadarrama.
Bermúdez, que advierte que la novela “no es para leer en el metro, más bien
para hacerlo sentado al lado de la chimenea con un vaso de un licor tampoco muy
fuerte”, indica que su prosa es “muy descriptiva” y permite que el lector
conozca cómo iban vestidos o qué comían los protagonistas en esa época
histórica todavía oscura por desconocida.
El Adelantado de Segovia, 25 de febrero de 2019
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