jueves, 28 de julio de 2016

Vivencias extramuros

José Luis Salcedo lanza ‘Mi Segovia extramuros’, un libro donde refleja la evolución de 206 calles fuera del recinto amurallado


Como Nicomedes García, José Luis Salcedo Luengo dice ser “más segoviano que el Acueducto”. Aquí nació, aquí ha vivido y aquí descansarán sus huesos para siempre en el nicho que, según afirma, ya tiene preparado. A la espera de su postrero día, se entretiene escribiendo sobre Segovia, una afición descubierta tras su jubilación, hace una docena de años.
Se atrevió primero a redactar un libro sobre el cuadro lírico Julián Gayarre. Después, otro sobre “El túnel de Segovia”, donde expone su anhelado proyecto de unir Sancti Spiritu con el convento de Santa Cruz, actual sede de IE Universidad. Animado por el éxito de sus obras, prosiguió con varias más sobre personajes segovianos —entre ellas, una monográfica acerca de Blanca de Silos—. Luego, un libro sobre ‘Mi Segovia intramuros’, al que da continuidad el todavía caliente ‘Mi Segovia extramuros’, ya a la venta en librerías.
Lenguaraz como es el autor, el trabajo que ahora sale a la luz presenta el mismo estilo de los anteriores. “Es un texto subjetivo, personal”, avisa Salcedo, quien reconoce que sus opiniones “a veces crean polémica”, pero él no lo esconde, asegurando que intenta encajar con deportividad las críticas recibidas.
En ‘Mi Segovia extramuros’, su intención primera ha sido “presentar una visión de la Segovia de mi época, fijándome sobre todo en los comercios de entonces y en las relaciones que tuve con sus propietarios, la mayoría amigos míos”. Pero Salcedo no ha querido mostrar una foto fija de Segovia extramuros, sino que también expone, sucintamente, cómo han evolucionado durante el último siglo un total de 206 calles.
En las casi 400 páginas del volumen, Salcedo narra un sinnúmero de anécdotas, cuyo principal interés radica en resultar inéditas, al menos para los lectores más jóvenes. Entre ellas, la referente a las “verdaderas calamidades” que pasaban los futbolistas en el campo de El Peñascal, donde “en invierno tenían que quemar algodones con alcohol para calentarse los pies”. O la explicación del nombre de la playa de Las Arenas, así llamada porque allí instaló el constructor Moisés López unas cribas para limpiar la arena que extraía del lecho del río. “Siempre que puedo cuento mis vivencias en el lugar del que estoy escribiendo”, recalca este polifacético segoviano, que ha asumido en solitario los costes de la edición del libro.
Tras avisar de que tiene intención de continuar escribiendo sobre Segovia, Salcedo no oculta su deseo de ver construido el túnel por él proyectado, aunque prevé que “tendré que morirme yo para que se haga”. ¿Y es necesario ese túnel para Segovia?, se le pregunta. “Es tan necesario como el comer”, responde, seguro.

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