viernes, 4 de noviembre de 2016

Rastreos en la Sierra

El rastreador segoviano Fernando Gómez y su esposa, Paloma Troya, publican un libro sobre huellas de animales en el Guadarrama
Fascinado por los animales salvajes, el segoviano Fernando Gómez Velasco comenzó a rastrearlos en la Sierra de Guadarrama hace ya unos cuantos años. Primero, el mítico lobo, desde Revenga a Prádena. A continuación, el abundante corzo y la esquiva cabra montés. Siguió después con diferentes aves, entre ellas el búho real y el azor. Se atrevió luego a buscar especies de menor tamaño, como la víbora hocicuda y el escorpión. Y últimamente anda detrás de la poco conocida araña lobo.
Recopilando sus andanzas serranas, Gómez acaba de publicar, junto con su esposa, Paloma Troya Santamaría, el libro ‘Guía de huellas y rastros de la Sierra de Guadarrama’ (Ediciones La Librería), que define como “conocimiento comprimido para que una persona pueda iniciarse en el mundo del rastreo”. Gómez y Troya, integrantes de la división de rastreo profesional de la empresa ‘Escuadrone Táctico Aéreo No Tripulado’ han firmado una obra “para que cualquiera aprenda una base sobre huellas y rastros”, de modo que el lector pueda identificar, de forma rápida, a qué especie pertenecen los indicios de presencia animal que se pueden encontrar en el campo, entre ellos excrementos, cráneos, egagrópilas, pelo y plumas. Los dos autores del libro han bebido de numerosas fuentes antes de ponerse a redactar, por lo que advierten que en la obra “aparecen datos proporcionados por científicos y otros por pastores con los que hablábamos en el campo”. Una de las principales novedades de la guía es la de contar con un pequeño apartado, de cuestiones de seguridad, donde se alerta a los futuros rastreadores de los posibles riesgos que pueden encontrar en esta actividad.
Convencido de que su guía es “entre las de pequeño formato, la más completa de Europa de rastreo”, Gómez no se extraña del “éxito rotundo” que ha obtenido, lo que le ha animado a embarcarse en otros proyectos editoriales, igualmente relacionados con rastreo, en concreto sobre los rastros de mamíferos en España y el continente europeo.
“Para mí —confiesa— el rastreo es una pasión y una forma de vida”. No tiene preferencias a la hora de buscar especies. Lo mismo le gusta localizar un pájaro carpintero por su canto que encontrar en el suelo un nido de araña lobo o descubrir un corzo encamado en un pinar. A quienes se inician en el mundo del rastreo, Gómez aconseja, de inicio, “actuar con sentido común”, tras un previo análisis de cómo se desenvuelve la especie que se busca. “A mí, cada nuevo animal que tengo que hallar es un reto, que me obliga a conocer el comportamiento de esa especie, y eso resulta muy gratificante”, explica Gómez. Eso sí, algunos animales se le resisten más que otros. Él reconoce que tiene una espina clavada con el turón, extremadamente difícil de ver. Ahora está en ello, y previsiblemente en no mucho tiempo “caerá”.
Aunque en los últimos años Gómez ha recorrido Europa a lo largo y a lo ancho rastreando animales, tiene un país preferido, “España” y dentro de él, “mi tierra, Segovia, donde está un paraíso llamado Sierra de Guadarrama”, que considera “un lugar excepcional” para realizar esta actividad. ¿Los motivos? “La variedad de animales existentes y la calidad de los ecosistemas presentes”, afirma, sin dudar un instante. En ese sentido, dice estar “orgulloso” de que gracias a esta ‘Guía de huellas y rastros de la Sierra de Guadarrama’ “hemos contribuido a dar a conocer el inmenso valor de la provincia de Segovia”, recordando que solo en el parque nacional hay inventariadas 133 especies de aves, 58 de mamíferos, 15 de anfibios, 23 de reptiles y cientos de invertebrados.

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