Francisco Javier Mosácula presenta en la Diputación su última obra, una novela sobre la peste que padeció Segovia en 1599
Vuelve Francisco Javier Mosácula a escribir de la peste, el
tema de investigación que le ha mantenido ocupado durante los últimos años.
Tras la publicación, el pasado verano, de su estudio histórico ‘La peste de
1599 en Segovia’, ahora ve la luz la novela ‘Pestilencia. La cólera de Dios’.
“Si decidí escribir una novela sobre la peste fue porque
quería llegar a un público más amplio, con un relato más ameno”, explicaba ayer
el historiador segoviano.
La protagonista indiscutible de la novela es la peste
bubónica, popularmente llamada “pestilencia” a finales del siglo XVI y
comienzos del XVII. No obstante, en el relato de Mosácula se entremezclan
numerosas historias. Una de ellas es la del teniente de corregidor encargado de
la lucha contra la enfermedad en Segovia. Otra, la de un cirujano cántabro que
se enamora de una bellísima panadera, víctima de malos tratos por parte de uno
de sus pretendientes.
En ‘Pestilencia. La cólera de Dios’, Mosácula dibuja el
ambiente existente en aquellos dramáticos seis meses —desde finales de abril de
1599 hasta mediados de octubre— en la ciudad. “El pueblo reaccionó de dos
formas distintas: o buscaba protección
en Dios o se dedicaba a satisfacer los deseos de la carne”, sostiene el
historiador, quien asegura que “la mayoría”optó por la segunda vía, en lo que fue “un gran
abandono moral”. En este contexto, se extendió la idea de que la peste, a la
que la medicina no daba solución, era la cólera de Dios, “el modo en que
castigaba a los hombres por sus pecados”.
En medio año, Segovia perdió cerca del 20% de su población.
El descenso de la temperatura, al empezar el otoño, logró doblegar a la ‘pulga
de la rata negra’, cuya picadura propagaba la enfermedad. Mosácula defiende que
las consecuencias psicológicas para los segovianos fueron “extraordinarias”.
Las económicas, también. Antes de la llegada de la peste de 1599, Segovia era
la primera ciudad industrial de España, comparable a las principales de Europa;
luego, aunque el amanecer del siglo XVII liberó a la ciudad de la enfermedad,
ya nada volvió a ser igual. Segovia no logró recuperarse del golpe.
Con la intención de que en el lector no quede un poso de
tristeza al acabar el libro, Mosácula ha querido dedicar el último capítulo a
un hecho lúdico, acaecido poco después del fin de la peste, los festejos
organizados en Segovia con motivo de la visita del rey Felipe III en 1600.